domingo, 13 de marzo de 2011

Qué ongi la falta de color?


Hay ciertas cosas en esta vida que no logro comprender, que se me presentan como contradicciones extrañísimas.

Al hablar de esto estoy pensando en algo que año a año se repite en revistas, multitiendas y finalmente en las calles: cada vez que llega el invierno, los guardaropas se convierten en espacios lúgubres y grises, y a alguien se le ocurre que los colores camel y verde musgo son lo más in.

A mi juicio, combinar con las nubes nunca puede ser un objetivo en invierno, osea, no porque las hojas se caigan y no veamos flores en todas partes quiere decir que nosotros debamos hacer lo mismo, cual árbol otoñal desgreñado, y deprimir nuestro look, que generalmente viene muy colorido y alegre desde el verano. Por lo que he visto, creo que todo se volverá a repetir este año acá... osea, los nude son algo relativamente nuevo (para el invierno), pero no es mucho el aporte en color que hace, así que no cuentan. Lo demás, me suena a una adaptación de aquellas flores de las que ya debatimos... que, aunque puede verse algo más esperanzador, he visto estampados con combinaciones de colores tan depresivos como el traje de un carabinero de fuerzas especiales, osea, seguimos igual.

Pero esto no debería ser así, porque la tendencia en las real world streets -más allá de las pasarelas- para este invierno (y el que está corriendo en el hemisferio norte) ha sido diametralmente opuesto, y hace meses que predican el color, y lo han hecho como nunca: verde limón, fucsia, azules y dorados, entre otros, han sido los habituales.

Por lo tanto, declaro mi absoluta negación a la tendencia nacional imperante, que apunta no sólo a la depresión sino también al aburrimiento, y anuncio desde ya que este invierno el color intenso será un must irrenunciable, sea en los zapatos o botines, o en todo tipo de prenda. He dicho.